domingo, 18 de octubre de 2009

Camerún día 4


Al igual que ocurre en el Clínico, los cirujanos somos de los pocos que pasamos visita en domingo, y aquí no iba a ser menos. Habíamos planeado pasar todos el día en la playa. Quedamos el equipo quirúrgico en ir al hospital un rato antes que el resto se levantara para que estar a la hora de salir preparados. Pero justo cuando nos íbamos han llamado del Hospital diciendo que había una urgencia pediátrica. Así que los pediatras también se venían. Como tenían que ducharse y desayunar, yo he hecho tiempo paseando hacia el hospital y haciendo fotos. He pasado por un puente que está al lado de la casa y he entrado al puerto, donde había una especie de lonja y se vendía pescado. Allí me han recogido y hemos ido al hospital, donde la urgencia se había convertido en tres más y en un par de “poyaques” (la mano hinchada de una trabajadora del hospital y el hidrocele del hijo del vigilante). Había dos urgencias pediátricas que para variar eran malaria. El otro caso era, también para variar, una víctima de otro aborto, pero esta vez de hace un año. Desde entonces tenía sangrado frecuente, pero no sabemos muy bien porqué se realizó otro legrado hace una semana. Como estaba muy débil le hemos hecho una analítica. Bueno, hemos visto su hemoglobina con un método bastante rústico, una gota en un papel y por similitud de la intensidad del rojo, comparando con una escala impresa, calculamos que ronda los 7 g/dL. Le hemos transfundido, después de todo lo que supone hacer esto un domingo. Llama al del laboratorio, que quiera venir. Ha venido. Que los pacientes encuentren un donante compatible, hazle las pruebas: Hb, VIH y compatibilidad cruzada. Sácale la sangre y pásasela a la paciente. Pues bien, no tenían donante a mano, así que le hemos transfundido la sangre que conseguimos ayer para la paciente que operamos, que no hizo falta pasársela. Luego ha venido un familiar o amigo o contratado para donar su sangre. Mientras todo ésto pasaba hemos visto a los pacientes operados. La hernia perfecta, las chicas de los abortos mejorcitas, la primera le hemos quitado el lavado, iniciamos tolerancia oral, movilización... La de ayer, pues para variar hemos tenido que recordar al personal contratado que haga su trabajo aunque no estemos para recordárselo, que lo tienen anotado. Ésta es una lucha constante por parte de los voluntarios hacia el personal contratado. Hay que buscar un equilibrio entre ayudarles-enseñarles y tener que hacerlo todo. Los enfermeros españoles son los que más quemados están porque los locales se desentienden del curro, y les obliga a hacer más faena. No ocurre con todos, pero sí con muchos. Y a nuestra paciente resulta que no le habían renovado la fluidoterapia y la pobre estaba sequita. Le hemos aumentado los líquidos. A pesar de todo, se encontraba bastante bien. A partir de mañana veremos si la evolución tiende a mantenerse o no. Cuando ya no quedaba nada por hacer nos hemos marchado a la casa a recoger al resto para ir a la excursión. Hoy dos de nosotros han vuelto a casa (Ana y MªJosé), que habían venido específicamente un par de semanas para ayudar a ordenar e informatizar archivos de pacientes. Así que nos quedamos 8 personas: dos enfermeros (Diego y Loles), dos pediatras (Pablo y Carol), la directora de orquesta (Teresa) y el kit quirúrgico (Julio, Margarita y yo). A la excursión hemos ido 7, dos en el maletero. La verdad es que la cosa inicialmente no pintaba bien. Por noche ha estado lloviendo y creía que no tendríamos excursión. Después el tema de las urgencias. Yéndonos hemos parado a comprar tarjetas telefónicas y por echar fotos Julio (esta vez no he sido yo), un pseudopolicía nos ha querido molestar un rato. Bueno, la situación es que aquí la policía tiene cierto poder y hay controles por la carreteras. A nosotros los voluntarios no nos suelen parar porque el director del hospital amenazó al jefe de policía que si nos iban a estar parando todos los días, se llevaría el hospital a otro lado. Así que cuando ven nuestro coche de mierda con sus pegatinas del hospital, nos dejan pasar. Pero siempre hay listos, y éste policía, como todos, quería dinero, y nos ha dicho que no se podía hacer fotos (en la calle??!!) y que le diéramos la cámara. Bueno, hemos usado nuestro comodín, hemos hecho como si llamáramos al director del hospital, le hemos dicho que estaba muy enfadado, y el poli malo nos ha dejado marchar. Cuando parecía que la cosa se empezaba a ir bien, yendo por la carretera, Pablo y yo hemos notado que el capó del coche se movía. Pablo conducía, y yo de copiloto por ser el más grande, no puedo compartir maletero. Hemos parado y comprobado que estaba abierto. Más bien, lo que ha pasado en que el cierre fijo se ha roto, se ha arrancado, pero bueno, quedaba el cierre de seguridad, ese que hay que meter la mano por debajo para poder abrir. Pues bien, pensándonos que lo habíamos fijado suficiente y que con circular a menor velocidad aguantaría el camino, y 3 minutos después de que Pablo nos contara que a unos amigos suyos una vez se les abrió el capó y se les rompó el parabrisas delantero, ha sucedido lo que tenia que suceder. Se ha abierto el capó, ha golpeado el cristal y lo ha roto por su parte inferior y central. La parte superior y derecha (viéndolo desde dentro) ya estaba cuarteada por algún percance previo. Qué gran invento eso de que los cristales de los coches se fragmentan pero no se rompen. Nos queda íntegra la zona de delante del conductor ¿milagro? ¿casualidad? Milagro ha sido el que no viniera nadie de cara, porque circulábamos a 80 km/h, Pablo se ha limitado a frenar poco a poco intentando ver por el hueco que deja el capó abierto por debajo, sin conseguirlo, invadiendo el otro sentido. Yo he sacado la cabeza por la ventana, que para que los dos del maletero no se asfixien estaba abierta totalmente, y cogiendo el volante lo he llevado al arcén derecho mientras Pablo frenaba. Una vez parados, y esta vez usando más la fuerza que la (comprobada empíricamente) inútil maña hemos cerrado el capó. Ya no se ha abierto ni el resto del viaje ni a la vuelta, y no sé si se podrá abrir alguna vez sin ser arrancada. A este pueblo no habíamos ido todavía. El grupo que lleva más tiempo en Camerún ya lo intentó la semana pasada, pero por culpa de las lluvias el camino estaba lleno de lodo y casi se quedan atrancados. Tuvieron que volverse con el rabo entre las piernas. Viendo lo bien que nos estaban saliendo las cosas esta mañana teníamos plena confianza en que las lluvias de los días pasados, incluida esta noche, no habrían vuelto a estropear el acceso tras un tres o cuatro días en que hubo buen tiempo. Por fin algo de suerte, donde hubo un mar ahora sólo había un pequeño lago que el coche ha podido atravesar con siete personas en su interior sin que entre agua (cosa que sí ocurrió la anterior vez). Así que hemos podido llegar al pueblecito pesquero. Al hablar de pueblecito pesquero me vienen a la mente los típicos pueblos de la costa española, en particular los del norte, con su puerto, sus cuidadas calles estrechas, sus casas de colores... pues no. Aquí las casas siguen siendo chozas de madera echas polvo; las calles... bueno, lo que hay entre las casas, es un espacio más o menos grande con tierra, a veces vegetación, a veces trastos, a veces animales; y el puerto no es más que la arena y el mar. Pero también es muy bonito y tiene su encanto. El pueblo discurre paralelo a la playa, muy ancha, y que hacia el norte presenta una zona de arena sin a penas construcciones. Nos hemos ido para allí a tomar un baño. Estábamos solos en toda la playa. Aquí ahora es invierno y creemos que por eso no se baña nadie. De hecho, con este “frío” casi todo el mundo lleva mangas y pantalón largos. El agua no es clara, no se ve el fondo. No sabemos si es debido al sedimento de los ríos, a las lluvias recientes, o a la petrolera que hay en el golfo de Biafra. El baño nos ha sentado de marvilla, y cuando nos hemos cansado del agua, de pasear, nos hemos ido en busca de algún local donde comer. Nos hemos encontrado en una casa a pie de playa una misa autóctona. Hoy es domingo, y toda clase de sectas celebran aquí sus oficios, con mayor o menor espectáculo asociado, de éstos que entran en trance, cantan como locos o repiten fervorosos las consignas de su pastor. Cuando estábamos cotilleando un poco a lo lejos la casa, ha salido una de las trabajadoras del hospital, Olive, con un vestido blanco encima de unos leggins de rallas y con un gorro parecido al de Ratatouille. Nos ha dicho que ésta no es normalmente su iglesia, pero como están en fiestas ha venido. Los otros voluntarios ya la han acompañado a una de sus misas, pero nos han dicho que duran unas 3 horas, pero que a cambio podemos echar fotos sin ningún tipo de problema. De hecho, hasta ellos mismo te dicen que les hagas fotos. 3 horas. No sé si compensa. Esta celebración ya había terminado. Nos ha acompañado a buscar un sitio donde comer, y lo único que hemos encontrado ha sido un sitio donde tenían pescado ahumado con moscas revoloteando como guarnición, así que hemos decidido dada la hora que era, y el hambre que teníamos que nos volvíamos a casa, donde adelantaríamos la cena ya preparada y más tarde saldríamos a tomar algo.

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