sábado, 31 de octubre de 2009

Camerún día 17


La media jornada de hoy ha sido bastante intensa. Hemos pasado visita entre los llantos de la hija de un paciente que ha fallecido en el hospital por una patología respiratoria. Esta chica no paraba de andar de un lado para otro, gritando, dando pisotones y palmadas en el suelo, llorando. Nos han explicado que ésta es una reacción común aquí, el desahogarse de esa forma. Incluso, a veces, familiares algo lejanos que llegan al lugar del fallecimiento también realizan estas maniobras un tanto escandalosas como muestra de respeto. Esta noche se ha dado a la fuga un paciente al que teníamos que realizar una cura esta mañana en quirófano. Es raro porque ya había pagado la mitad de lo estipulado. Volverá. Quien también se ha marchado, pero sin pagar, ha sido una mujer que ayer dio a luz. El “sinpa” es un hecho algo común en este hospital, aunque no la norma, porque saben que se les atiende medio-bien, y es probable que algún día vuelvan, ellos o algún familiar. Y es que aquí las familias son muy extensas, porque a los hermanastros se les considera hermanos, se dice hermanos de padre o de madre, y como la media de hijos por mujer es alta (casi 5), pero se suele tener hijos con varias parejas antes de que se formalice un matrimonio... Pues eso. Y nuestros pacientes, a excepción de la chica que operamos ayer, se encuentran bien, dentro de la normalidad. Durante la ronda por la sala, la operada ayer se encontraba muy justita, séptica, fallo renal, dificultad respiratoria. Nos temíamos lo peor y así ha sido. Ha fallecido a las 11.20h. Las maniobras de reanimación ni se han intentado. El duelo del marido ha sido algo más discreto. Seguramente ya se lo esperaba por lo que le explicamos ayer y viendo como se encontraba. Aquí el tema de la muerte es bastante particular. Al preguntarle a Samuel por las gestiones que nos tocaba realizar por el fallecimiento, me ha explicado que la familia se ocupa de todo. Se ocupan del cadáver, se lo llevan como pueden del hospital para preparar el funeral. De hecho me han comentado más de una vez que es frecuente el traslado de cadáver en moto, en medio entre dos personas. Y se entierran donde les viene en gana, normalmente en terrenos colindantes al domicilio. Supongo que por eso de tener a la familia cerca. Al lado del hospital hay un terrenito con unas 8 o 10 tumbas, pero lo que más he visto es una (sobretodo) o dos sepulturas aisladas al lado de casas. Volviendo del hospital hemos visto por la carretera un cortejo fúnebre. Delante, los familiares más cercanos portaban un retrato grande de la difunta. Después, el coche con el ataúd, y detrás más gente, casi toda muy arreglada, todos de blanco y negro. Hemos observado que aquí los grupos sociales, sea cual sea la característica unificadora de los distintos elementos del conjunto, como por ejemplo pertenecer a la misma familia, un grupo de amigas, la celebración de una fiesta religiosa, los del equipo de hockey sobre hielo... suelen llevar un atuendo común. A diferencia del que llevaban los chavales en la película alemana La ola, aquí suelen estar hechos con telas africanas con coloridos llamativos. Incluso los trabajadores del hospital dicen que tienen una propia vestimenta personalizada, aunque yo todavía no la he visto. Lo del traslado en moto no ha sido el caso de los cadáveres de hoy, se los han llevado en coche. Después de estos desagradables sucesos, hemos tenido que hacer de traumatólogos, pues Mama Elise ha traído a su marido con lo que creemos era una fractura de Colles (fractura diafisaria del radio). No estaba desplazada, o eso nos ha parecido intuir en las radiografías que el encargado de mantenimiento, que igual está pintando las paredes, cambiando bombillas, arreglando la valla o irradiando a la gente, ha realizado. Mientras hacía las placas, las revelaba en el cuarto oscuro y dejaba que se secaran al sol, como desconocíamos el tratamiento idóneo de estas fracturas (y de cualquier fractura), hemos intentado hacer lo que cualquiera haría: consultar internet. Pero resulta que hoy nos habíamos dejado el módem portátil en casa. Así que hemos improvisado una especie de tormenta de ideas, sin llegar a ningún consenso. Como esto de realizar unas placas y tener el resultado es un proceso un tanto artesanal, me ha dado tiempo a consultar varios libros que hay abandonados por el hospital, y en un manual de urgencias he leído un capítulo que hablaba de las fracturas. Margarita, al trabajar muchas veces en quirófano con traumatólogos, sabía muy bien qué tipo de vendas poner encima y debajo del yeso y cómo crearlo (láminas de yeso más agua). De esto más o menos me acordaba de las prácticas que tuve en sexto de carrera, en las cuales puse uno o dos yesos. Como yo era el más experimentado (y el que más ganas tenía de hacerlo), me ha tocado ponerlo a mí. La duda ahora era cómo de largo tenía que ser el yeso: ¿cogiendo sólo la muñeca? ¿o también el codo? Como el año pasado un conocido mío (Pepe el de la barba) tuvo la misma fractura (aunque desplazada), recuerdo que le pusieron una férula desde muñeca a codo, incluyendo ambos, así que lo he propuesto, y aunque al principio ha parecido un poco exagerado, nuestro razonamiento final ha sido el siguiente: 1) más vale pasarse que quedarse corto, y la teoría que he argumentado de inmovilizar el codo para evitar la prono-supinación, ha convencido; 2) como esta semana vienen dos traumatólogos, si está mal puesto, pues que lo quiten y pongan otro. Al acabar la jornada laboral, los hombres de la casa (José, Julio y yo) nos hemos ido a dar una vuelta por la lonja, ver el ambiente de los barcos llegando y descargando el pescado, y tomarnos un algo. Nuestra idea inicial era una tapita de camarones con 650 cc de bebida, y tal vez más tarde comer. Pero como no venía Margarita ni Teresa, y nuestro francés es patético, hemos acabado (dos horas después de pedir y que nos enseñaran una especie de palangana llena de los bichos vivos) comiéndonos cada uno un pedazo plato de camarones y otro de plátano frito. Estaba muy rico, aunque llevara más picante de lo que acostumbramos a comer, pero seguro que menos de lo que acostumbran aquí, que es una pasada. Al terminar, para rebajar un poco el aperitivo, hemos paseado hasta un par de iglesias. La primera presbiteriana, donde estaban ensayando un grupo de cantantes, y uno de ellos se ha prestado a enseñarnos el templo. Después, y como ya empezaba a llover, y parecía que la tormenta iba a ser bastante potente, hemos echado un vistazo rápido a lo que llaman la catedral católica antes de volver a casa. Hemos pasado gran parte de la tarde sin luz, y la conexión a internet también ha fallado. Para matar el tiempo hemos jugando a cartas, a la escoba. Kribi, como ciudad mediana-grande, aunque también sufra cortes de luz, los suele recuperar en cuestión de horas. Y esto ocurre casi todos los fines de semana. Las ciudades grandes, Yaundé o Douala, a penas se quedan sin electricidad, y cuando ocurre, es escasa la duración. Si estuviéramos en un pueblo perdido en la jungla, la falta de luz podría durar días. Como buen sábado noche, y todavía con las gambas revoloteando por el estómago, hemos decidido salir a cenar al sitio pijo que fichamos el día que fuimos al mercado. No tenía mucha hambre, pero confiaba en la costumbre local de las dos horas de espera, que se ha cumplido, y tras una amena conversación sobre cine, música, gastronomía, medicina, anécdotas graciosas, viajes y otros temas, me he comido un filete de barracuda. Mañana domingo, tras pasar por el hospital, queremos ir a las playas de Gran Batanga, otra zona costera más al sur.

viernes, 30 de octubre de 2009

Camerún día 16

Hoy, al contrario que algún día pasado, he tenido la sensación de que hemos currado bastante . En un principio la cosa no pintaba demasiado prometedora, porque sólo teníamos programada una cirugía, una hernia en una señora mayor, cuya nieta resulta que es albina.Nunca había visto a un negro albino. Otra paciente que teníamos que operar, una litiasis biliar, no había aparecido, y ya pensábamos, igual que pasó con la paciente de la neoplasia de mama, que no volvería. Me siento un poco como los dependientes de las tiendas cuando les decimos “me doy una vuelta y vengo, resérvamelo”. Pero ellos saben perfectamente que la probabilidad de que volvamos es baja. Aunque a veces sí pensáramos volver, al encontrar el producto en cuestión en otro sitio, y ya sea por calidad o por precio, no volvamos, y encima pensamos: “que le den al del Corte Inglés”. Pero en nuestro caso, referido a la atención médica, no tiene explicación, porque somos como el Club del Gourmet con precios del Carrefour (descuentos incluidos), sobre todo si tenemos en cuenta a la competencia, o mejor dicho, a la in-competencia. Pero justamente hoy ha ocurrido lo contrario, la señora ha venido. No sé si ha ido a preguntar en otros centros, pero la cuestión es que ha venido y para pagar su fidelidad le hemos hecho la oferta del día, 2x1, y por la incisión de la vesícula también le hemos quitado el apéndice. También hemos operado una urgencia, una chica de 23 años, VIH, con un cuadro de íleo (parón) intestinal, que no sabíamos bien a qué era debido, pero que al realizarle la laparotomía hemos encontrado más de 2 litros de pus y un hígado fibroso. A posteriori hemos concluido lo siguiente: VIH, alguna hepatopatía, posible cirrosis, ascitis infectada que acaba siendo purulenta y provoca el cuadro de íleo paralítico. En España se le habría realizado un TAC en el que habríamos visto el pus, y tal vez se hubiera operado para drenarlo. Sólo le hemos podido realizar una radiografía de abdomen en la que se veía (imaginaba) dilatación de asas de delgado. Las radiografías se hacen a la antigua usanza, con revelado y secado al sol. Claro, la calidad de las imágenes es un tanto justita. Aquí el TAC son nuestros ojos, así que se ha llevado un viaje en forma de laparotomía media suprainfraumbilical, hoy justificado, y a veces, como ayer, evitable si se diera otras circunstancias. Al chiquillo de ayer lo hemos curado, y milagrosamente se encuentra bastante bien. De hecho esta mañana estaba sin fiebre, con menos dolor, y el tío ya nos preguntaba si podía comer. Seguramente mañana le hagamos una revisión más concienzuda, tal vez en quirófano, en función de como esté. No paramos de repetirnos que esta gente está hecha de otra pasta. Por suerte para nosotros, pero sobre todo, para ellos.

jueves, 29 de octubre de 2009

Camerún día 15


Hoy hemos conocido a José, el ginecólogo. Ayer en su viaje hasta Kribi no le pilló la lluvia. En cambio sí ha comentado que había una niebla bastante densa. Menos mal que le trajo el Silvain alias veo-a-través-de-la-niebla. Va a pasar 15 días en el HEK. Es un tío majo, sobre todo desde que en la cena ha sacado un paquete de jamón serrano envasado al vacío. Por la mañana, camino del hospital hemos visto una bandada de lo que pensábamos que eran pájaros, pero que ha resultado ser cientos y cientos de murciélagos. Es lógico que si hay millones de mosquitos, haya cientos (nunca suficientes) posibles depredadores para éstos. Hoy parecía que iba a volver a ser otro día sin demasiado trabajo. Pasamos visita, hacemos las curas, vemos un par de pacientes para operar los próximos días. He pensado estar con José en la consulta de gine estos días que no tenemos tanta faena nuestra. El hospital, para potenciar que las mujeres vengan a la consulta y se hagan en un futuro controles prenatales, ha puesto carteles informando de la gratuidad de la consulta ginecológica estos 15 días. Así que esperamos que vengan bastantes mujeres. Hoy la mayoría delas pacientes eran las propias trabajadoras del hospital o sus familiares. Casi todas quieren quedarse o saber si están embarazadas. Hoy le hemos dado la buena nueva a una que venía esperándolo. Le hemos hecho una eco y hemos visto al feto, con sus patitas, su cabecita, su corazoncito a mil por hora... Aquí, para las mujeres, el quedarse embarazada antes de casarse no está mal visto. De hecho es casi algo bueno, porque se está demostrando que se es fértil para “dar hijos al marido”. Esta expresión la hemos oído varias veces. Pues cuando estaba viendo pacientes con José, ha llegado una urgencia. Enviado desde otro hospital venía Henry Patrick, un chaval de 23 años con muy mal aspecto. Era un tío fortachón, y se quejaba de dolor generalizado, mayor en codo izquierdo y cadera derecha, donde presentaba dos zonas inflamadas y fluctuantes (colecciones de pus), pero sobre todo se quejaba del abdomen. A la palpación presentaba casi irritación peritoneal. La historia que contaba era que empezó con un dolor abdominal que había ido a más, con fiebre alta, y aparición de estos abscesos en codo y cadera. No era la primera vez que había tenido algún absceso. En el otro hospital le habían hinchado a antiinflamatorios y antibióticos. No nos cuadraba para nada la exploración, la anamnesis y la evolución que había tenido. Barajábamos: inmunodeprimido por algo (¿VIH, VHC?) que le causa los abscesos, perforado (¿por los antiinflamatorios?) por la exploración abdominal que presentaba, ¿todo junto?, ¿o algo abdominal que se había extendido vía hematógena a articulaciones? Lo único que nos parecía claro era que tenía un abdomen agudo, y hemos decidido revisarlo en quirófano. En España le habríamos realizado un TAC, pero claro, aquí o miramos dentro o esperamos. Y por si acaso, le hemos abierto el abdomen. Presentaba una hepatomegalia como reacción a la sepsis, pero nada más. Laparotomía en blanco. Fallo. Agua. Cagada. Bueno, creemos que más vale pasarse que no llegar, y a veces ocurre esto. Demasiado bien nos estaban yendo todos los pacientes. Luego le hemos drenado el pus de codo/antebrazo y cadera. En total más de medio litro. Las analíticas no han demostrado que tenga VIH ni VHC. Con el grado de infección que tiene este tío es raro que no estuviera peor aún. En España este es el típico paciente que llega a urgencias hecho mierda, que precisa de un montón de drogas para salir adelante. Aquí igual acaba siendo así, pero no tenemos ni UCI ni esas drogas. Seguro que vamos a tener que reoperarlo y revisar las heridas mañana o pasado. Con esta urgencia, que hemos acabado por la tarde, hemos finalizado la jornada laboral de hoy. Del hospital he vuelto en la moto con Alain. Bastante divertido el viaje, y más cómodo porque es más fácil esquivar los baches. Hemos presentado la playa del faro a José, nos hemos tomado unas cervezas y colas en Siloé, el restaurante de la francesa que está al lado del puente, y hemos vuelto a casa a cenar, con la grata sorpresa del jamón serrano made in spain. Esto es lo mejor de que vengan nuevos a la casa, que suelen traer cosas que aquí no hay. Espero con ansia la venida del queso y el chorizo ibérico... quiero decir, de los traumatólogos y enfermeras.

miércoles, 28 de octubre de 2009

Camerún día 14



Ya nos habían advertido que la combinación Samuel-Jeep no era muy buena. Si además le sumamos el inicio del diluvio universal y el camino de regreso del hospital a la maison, la cosa puede adquirir tintes dramáticos. Empecemos por principio: hoy ha vuelto ha ser un día aburrido y sin excesivo trabajo. Hemos pasado visita, dado altas hospitalarias, y fichado a un par de pacientes para operarse. Pero, como casi siempre, alegan problemas económicos. Aquí en Camerún se paga en los hospitales, y aunque también en el Hospital Ebomé de Kribi (HEK), los precios son menos de la quinta parte que en el resto. A parte de que aquí se realicen las cosas bien (dentro de las limitaciones), y nunca se deja de atender a un paciente porque no tenga dinero. Siempre se intenta arreglar algo, como pago a plazos, o bien pagar sólo una parte del precio estipulado. La idea es intentar que el hospital sea lo más autosuficiente posible (económicamente hablando). Pues bien, cuando estos pacientes consigan el dinero, vendrán a operarse. Como hemos terminado nuestras tareas pronto, teníamos la idea inicial de marcharnos pronto a la maison dando un paseo y aprovechar la tarde para ver artesanía o dar visitar la ciudad. Pero hemos salido a pasear por los alrededores del hospital, siguiendo el sentido contrario hacia la ciudad, y como teníamos tiempo, y el camino era agradable, hemos andado y andado. Nos ha picado la curiosidad una carretera asfaltada que salía del polvoriento camino principal, en la bifurcación de los cuales había un cartel anunciando parcelas disponibles cerca de la playa. Hemos supuesto que el dinero público que hace años se tenía que haber destinado a la carretera principal y a los puentes se había desviado hacia el acceso a estas parcelas. Por el interés por estas parcelas y al oir no demasiado lejos el sonido del mar, era ya cuestión de alargar el paseo lo que hiciera falta para llegar hasta la playa. Y así lo hemos hecho, aunque habíamos salido con los pijamas verdes del hospital. Si nos vieran los de medicina preventiva... Antes de llegar a la playa hemos pasado por un camino sin asfaltar, a través del cual pasaba un hilera de miles de hormigas. Eran tantas pasando que habían labrado un surco sobre la tierra. Me he parado a hacerles fotos, y como quien juega con fuego se quema, quien hace fotos a la marabunta demasiado cerca, se llena de hormigas. Por suerte sólo han sido unas piltrafillas de esas pequeñas, ninguna cabezona con dientes, pero aún así costaba de soltarse una vez te han mordido. Superado el ataque de las hormigas, hemos llegado a una playa preciosa, yo diría casi virgen, a la cual nos hemos propuesto volver en condiciones. Tras un relajante paseo por la arena, hemos vuelto con el paso un poco más acelerado al hospital, pues se nos había hecho casi la hora de cierre. La intención primera de volvernos pronto y paseando a la maison quedaba descartada porque era casi la hora en que la guagua se vuelve a Kribi y además ya habíamos andado suficiente. Pero ha resultado que la guagua se ha llenado de los trabajadores y de enfermos enseguida, y como Samuel también se iba hacia la ciudad, hemos decidido volvernos con él. No habíamos subido todavía con Samuel como conductor. Nada más entrar he intentado ponerme el cinturón, comprobando que sólo está la cinta, y no el enganche para fijarlo. El Jeep sí lo habíamos catado, y sabíamos que su suspensión no es precismente su punto fuerte. Y hemos visto como a Samuel, a sabiendas que conduce un todoterreno, le gusta coger todos los baches que se encuentra por el camino, y a una velocidad considerable. Menos mal que los techos de este coche son altos, porque con los saltos que he pegado, en cualquier otro vehículo el traumatismo craneoencefálico estaba asegurado. La cosa ha empeorado más si cabe cuando ha empezado a llover. Samuel ha tardado como dos años en encender los limpiaparabrisas. Yo había supuesto que no funcionaban, por lo que tardaba. Y hubiera tenido guasa que nos hubiéramos estrellado en este trayecto y no fuera por culpa de Samuel. En un cruce ya en la parte asfaltada del camino, un coche se nos ha cruzado por delante para girar a su izquierda, con poco espacio, la verdad, pero justo cuando Samuel estaba algo distraído sacando algo del bolsillo de la camisa. Pero ha reaccionado a tiempo, lo justo para frenar, patinar sobre el suelo mojado, no estamparnos con nada, 180 latidos por minuto, insultos por su parte al otro conductor, y continuar la marcha. Una vez en casa, la lluvia que había sido bastante benevolente con nosotros, se ha enfurecido sobremanera. No quiero pensar el viajecito que ginecólogo estará sufriendo viniendo desde el aeropuerto con el kamikaze Silvain. Mañana en el desayuno nos contará.



martes, 27 de octubre de 2009

Camerún día 13


Me habían regalado una cámara nueva con un super-objetivo. Lástima que no era una Olympus. Cuando empezaba a degustarla me ha despertado Julio diciéndome que teníamos una cesárea urgente. Eran las cinco y media de la madrugada. Dentro de lo malo, sólo nos ha quitado una hora de sueño. Lo más rápido posible marchamos hacia el hospital. Tras comprobar que el quinto embarazo de Bernardette Tchocounga presenta un prolapso de cordón, decidimos realizar una cesárea. Ha venido también Teresa, la directora del hospital, y hemos llamado a Godlove, el enfermero que hace las veces de anestesista cuando el hospital no dispone de uno. Él, al menos, sabe donde encontrar todo el material. Durante la preparación anestésica, la señora nos ha pedido si era posible realizar una ligadura de trompas. Faltaría más. A un ritmo extrañamente rápido y sin ningún percance logramos empezar la cesárea relativamente pronto. Todo sale fenomenal, a pesar de un par de vueltas de cordón y un poco de líquido meconial. Niño, 2600 gr. Cuando Margarita le pregunta por el nombre, la madre dice que todavía no lo tiene pensado. Es más, le ofrece a nuestra anestesista que elija el nombre que quiera. Ella, ni corta ni perezosa, le dice: Manuel, como su chico. Y si no se ha arrepentido de la oferta, alegando locura transitoria, estrés post-traumático o estar bajo los efectos de las drogas administradas por el equipo de anestesia, así se llamará el renacuajo. Como en toda cesárea, el acto quirúrgico es un mar de líquido amniótico, sangre y meconio, que casualmente cae del lado derecho de la paciente, donde estoy colocado. Estoy empezando a pensar que Julio me deja operar sobre todo las intervenciones en las que prevé que haya que pringarse, como en la del embarazo extrauterino y la cesárea (realmente me lo deja casi todo). Mientras se llevan a Manuel a la maternidad, nosotros terminamos la cirugía con la ligadura y el cierre. Acabo empapado, desde la cintura para abajo. La mezcolanza de líquidos traspasa la bata y el pijama. Los agujeros de mis zuecos dejan que mis pulcros calcetines blancos acaben llenos de topos rojos. Cuando tras adecentarnos un poco vamos a la maternidad a ver al neonato y a su madre, nos damos cuenta de que el pequeño lleva puesto un pijama, una chaqueta con gorro, una toalla, y encima una tela africana. La justificación, a parte de para que no pierda calor por eso de ser un feto, es que aquí ahora es época de frío, aunque estemos a 28ºC, época de lluvias. Pero la verdad es que ya estamos acabando este período. Ha pasado de llover todos los días a hacerlo intermitentemente, casi todos los días, incluso ahora alguno sale caluroso. No quiero saber el calor y humedad que tendrán en su verano. Como la cesárea nos ha trastocado el inicio, hemos ido a remolque el resto del día. Menos mal que hoy solamente teníamos una cirugía programada, una hernia inguinal recidivada (hernioplastia vía preperitoneal, para quien le interese). Hemos re-pasado visita rápidamente, Samuel lo había hecho por nosotros. Seguramente daremos el alta mañana a todas nuestras pacientes, a excepción de Mamá Esther, la señora con una neoplasia pancreática. No conseguimos un control del dolor. Ni lo conseguiremos. Tendremos que buscar la mejor solución posible, porque a excepción del dolor, se encuentra bastante bien. De entre los varones, sólo nos quedará Samson, el chiquillo con la fístula intestinal (re-operado 5 veces). Tras la cirugía, hemos intentado captar enfermos para operar, pero se resisten. Sólo hemos conseguido engañar a un niño de dos años con una hernia inguinal, pero tiene un catarro y nos esperaremos a la semana que viene. No sé si ha sido esa hora de sueño, pero yo he estado torrado todo el día. Por la tarde, ni a la playa. Solamente hemos ido a la boulangerie a merendar algún dulce, que pensamos que hoy nos hemos ganado.

lunes, 26 de octubre de 2009

Camerún día 12

más fotos

Los lunes al sol: hoy ha salido un día realmente soleado, caluroso. Cuando esto ocurre, cual Javier Bardem y compañía, nuestros amigos los lagartos salen a broncearse. Con el sol, adquieren un color más intenso. Con el sol, los cameruneses adquieren un ritmo aún más lento y las ganas de trabajar se multiplican por cero. A media mañana casi todos los trabajadores estaban tumbados sobre mesas, bancos, camillas. Pero los pacientes y los familiares también, sobre las camas, bancos, suelos. Como la paciente que se intervenía hoy por una neoplasia de mama no se ha dignado a aparecer (demasiado calor para operarse??) hemos tenido una mañana bastante aburrida. Hemos pasado visita a todos los enfermos (Samuel sigue enfermo), visto a unos cuantos que han llegado al hospital y reclutado un paciente para operar mañana. Como suponíamos, el pigmeo se largó con su hija. Que la caza le sea propicia. Se ha llamado por teléfono a varios pacientes para ver si se querían operar, y un par han dicho que sí, pero que no hay prisa. Una de dos, o no saben que no siempre hay cirujanos presentes en este hospital, o con este calor no les viene bien del todo. La mayoría que tenían cita en consultas hoy con Samuel han sido avisados de que no vendría. Los post-operados evolucionan bastante bien, pronto se empezarán a ir a casa los casos más complicados. Han venido a revisión los primeros que operamos y se encuentran fenomenal. Así que sin quirófano y temprano sin enfermos, nosotros, que tenemos alta capacidad de adaptarnos al medio, nos hemos echado un rato a descansar. Julio en la silla de Samuel con los pies encima de la mesa a lo Bush-Aznar. Margarita tumbada en la camilla de exploración. Ambos bajo el oscilante ventilador. Y yo, cuando me he cansado de hacer fotos (enseguida), en el sofá que tenemos en el vestuario. Tras la dura jornada laboral, hemos ido al “centro” a visitar un par de tiendas. Durante el paseo me he enterado de lo que son las call box aquí en Camerún (y parece ser que en casi toda África). Con un simple móvil puedes convertirte en un pequeño empresario. Dejas que tus potenciales clientes lo usen para llamar al módico precio de 100 FCFA los 59 segundos. El beneficio no debe ser alto pues, desconociendo la demanda, la oferta es altísima. En las calles más comerciales está lleno de casetas de madera tipo vendedor-de-limonada-en-película-americana (las hay un poco más sofisticadas), Algunas llevan publicidad de la compañía telefónica. Incluso en los domicilios particulares se puede leer el cartelito de call box. Un tanto curioso. En los próximos días espero recuperar el ritmo intermedio español-camerunés que habíamos alcanzado la semana pasada con 1-2 cirugías diarias. En breve vendrá el ginecólogo, y más tarde los traumatólogos, y si tenemos suerte competiremos por usar el quirófano.

domingo, 25 de octubre de 2009

Camerún día 11

Por traslado, se alquila habitación, 15 metros cuadrados, baño propio, mosquitera tipo las mil y una noches, orientación este, esquinera, luminosa, a 10 minutos del centro de Kribi. Que nos dejaran el grupo pediatras-enfermeros ha supuesto varias cosas: la primera, que dejan habitaciones libres, lo cual supone que nos permite hacer mudanzas por intereses varios. Julio, que no tenía agua caliente, se ha quedado la exhabitación de Diego. Con la excusa del colchón, los mangos que caen al techo de mi habitación, no tener lámpara en la mesita de noche, pero sobre todo por cambiar un poco de aires, me he mudado a la parte de atrás de la casa, con orientación oeste (aquí hacia el mar), a la que fuera habitación de Loles. He dormido una siestecita y la verdad, bastante bien. Esta noche la prueba definitiva. Lo segundo en que nos afecta que no esté el otro grupo es que salimos a más comida por cabeza: los bocatas de mediodía son más grandes. Y las sobras de la cena siguen quedando, pero más tiempo, en la nevera. Pero no todo es bueno. Más trabajo en el hospital y en casa, mayor soledad, pero sobre todo, lo peor de lo peor de lo peor, es que salimos a más mosquitos por cabeza. Desde que se han ido me han picado, por lo menos, el triple de mosquitos. Y eso que uso mucho más Relec porque Diego, en un gesto de solidaridad máximo, nos cedió el antimosquitos que le sobró antes de volver a España. Por supuesto, les echamos de menos y preferiríamos que estuvieran con nosotros. Pero bueno, dentro de nada viene un ginecólogo, una semanita después unos traumatólogos y un par de enfermeras. Tendremos la casa a tope. Domingo: no ha llovido ni una gota en todo el día, por lo que hemos aprovechado bien el día. Sin madrugar demasiado hemos ido a echar un vistazo al hospital. En general los pacientes están bien. Hemos tenido un problema con la niña pigmea. Su padre ha querido volver a llevársela a su casa (la selva?). Alega que no quiere tomarse la leche, y que aquí él no tiene qué comer. En su casa-selva al menos puede intentar cazar algo. Pero claro, allí no es seguro que la niña coma lo suficiente para nutrirse y poder sobrevivir. Sin ser consciente del todo, probablemhente el hombre, al marcharse, está eligiendo su vida respecto a la de su hija. En un pensamiento primitivo, en el que prima la supervivencia, es bastante lógico ésto que está haciendo. Si él palma, también lo hará seguro la niña, y probablemente el resto de la familia que esté a su cargo. Pero él no nos ha argumentado ésto. Por mucho que le digamos que se quede, va a hacer lo que le de la gana, o lo que crea más oportuno. Llama aquí a un juez para explicarle ésto. Se está riendo de ti hasta el resto de tus días. La opción de que se quede sola la niña es impensable. La manutención del enfermo en toda África corre a cargo de los familiares-acompañantes. De hecho en el hospital existe una zona comunitaria tipo paellero-de-polideportivo-de-pueblo donde cocinan los familiares. Imposible que algún otro cuide a la niña, por el rechazo que supone ser pigmea. Aunque al principio alguien se dignara a hacerlo, no lo mantendría en el tiempo. La única esperanza que le (y nos) queda, es que tenga algo para echarse a la boca (que cacen algo) y que lo tolere bien. Por desgracia, hay cosas contra las que no podemos luchar y no tienen remedio fácil. Ojalá mañana cuando lleguemos sigan allí. Después del hospital nos hemos ido al mercado. Caos, suciedad, comida a granel. Disimuladamente he echado algunas fotos tipo lomo, sin mirar, pero Julio ha disparado muy abiertamente, sin enfocar a nadie en concreto, y una mujer se nos ha puesto a chillar, que no eran animales, que no podíamos hacer fotos sin permiso. Y entonces se acabó el safari. Hay veces que te piden que les hagas fotos y otras que les sienta muy mal. Por eso había empezado de forma disimulada. Pero he pensado una nueva técnica, cuando compremos algo, le pediremos al de la tienda o puesto si podemos hacerle fotos. Hemos comprado tomates, plátanos, piña... Aquí casi todo se vende en grupos, según el tamaño, las dejan en el mostrador de 1 en 1 (piñas), 4 en 4 (tomates), 10 en 10 (patatas)... y ponen un precio al montoncito. Los líquidos (lo he visto con el aceite) o cosas pequeñas (tipo arroz, semillas...) las venden, supongo, por volumen. Bueno, el volumen que quepa en una especie de bolsita de plástico tipo la de las chucherías del kiosko. Para qué utilizar eso de tanto el kilo si tenemos los montoncitos. Después de una parada técnica para tomar un refrigerio en un sitio que hemos fichado para ir otro día a cenar, hemos vuelto a casa paseando por las calles de Kribi. Hemos ido a comer al restaurante de una francesa casada con un camerunés que está cerca de casa, al lado del río. He tomado pollo con gambas y salsa amorosa. No es coña. Nos hace precio porque su hijo nació en el hospital de la ONG. Después de la siesta de prueba, hemos ido a ver atardecer a la playa. Un día bastante completo, en el cual nos ha respeteado el tiempo y las urgencias. Crucemos los dedos.

sábado, 24 de octubre de 2009

Camerún día 10

A la hora de siempre hemos ido hacia el hospital, después de despedirnos de los compañeros que hoy nos dejaban. Unos volvían a España después de una corta estancia para ver Douala, y otros continuaban con un viajecito por Camerún. Hoy el día ha sido gris, lluvioso, no ha parado casi ni un momento, incluso a ratos ha caído mucha agua. Samuel está enfermo, ha cogido, como dicen aquí, el palú. La gente que vive aquí está expuesta continuamente a enfermar, de hecho se convierten en portadores asintomáticos con recaídas cada cierto tiempo. No se puede tomar los medicamentos profilácticos durante períodos prolongados, por lo que para ellos es impensable intentar la prevención medicamentosa. Se limitan a tratarse cuando enferman. Que Samuel tenga la malaria supone que hemos tenido que ver a todos los enfermos ingresados. Entre lo (poco) que sabemos Julio, Margarita y yo de patología tropical, lo que improvisamos (esto siempre los médicos, no sólo aquí), lo que conocemos de patologías que también existen en nuestro ámbito, lo que han dejado pautado los pediatras para el seguimiento, lo que más o menos hay marcado con protocolos, y sobre todo lo que nos iba diciendo Valentine, la enfermera que estaba hoy, hemos pasado visita y dado altas hospitalarias. Hemos visto un poco de todo, unos casos de paludismo, filariasis, desnutrición, gastroenteritis...además de los postoperados que actualmente son mayoría. Esperemos que el lunes Samuel esté en condiciones de venir porque tiene citados en consultas unos cuantos pacientes. Además hemos hecho curas de varios pacientes, entre ellos un señor al que unos días antes de que llegáramos le cayó un árbol en la cabeza mientras estaba en una letrina. Ha venido varias veces a curas y hoy le he quitado los puntos. Nos han contado que, cuando ocurrió, al personal le hizo gracia el hecho que le cayera cuando estaba haciendo sus necesidades, y no les llamó la atención el propio hecho de la caída del árbol en la cabeza. Tal vez aquí sea habitual ser alcanzado por un árbol. Aunque sólo hayamos trabajado medio día al ser sábado, al estar lloviendo no nos hemos planteado hacer ninguna excursión ni salir a pasear por la ciudad. Ha sido un día bastante aburrido. Al menos hemos aprovechado para descansar, organizar nuestras cosas y otras de la casa. Consultando la predicción del tiempo se espera lluvia, aunque creo que la predicción dice lo mismo desde hace semanas. Si saliera bueno mañana buscaríamos algún sitio donde ir a pasar el día.

viernes, 23 de octubre de 2009

Camerún día 9

Hoy es el último día que los pediatras (Pablo y Carol) y los enfermeros (Loles y Diego) vienen al hospital. Les vamos a echar de menos (personal y profesionalmente). A partir de mañana el tema médico lo llevará Samuel, el director del hospital. En principio en las guardias sólo nos avisarán a los que quedamos por temas quirúrgicos. Hoy hemos operado a la chica con el sangrado vaginal, y le hemos realizado una histerectomía. Tenía un gran tumor en el cérvix. Además, a una señora le hemos quitado dos lipomas, uno de ellos gigante, en el hombro. Tenemos la sala llena de pacientes operados, así que hoy nos hemos puesto a dar altas: dos hernias y la vesícula. Aunque se supone que Samuel hará el seguimiento de pacientes con patologías médicas, los pediatras nos pedido que controlemos a una niñita pigmea que su padre ha traído al hospital. Piensan que Samuel le dará demasiado pronto el alta cuando vea que está un poco mejor. Tuvo un cuadro de desnutrición severa y estuvo ingresada unos días hace un par de semanas. Cuando mejoró su padre se la llevó rápidamente a la selva, donde viven, porque llevaba varios días sin cazar, y por lo tanto sin comer. Prometió que le daría una dieta con todos los nutrientes, pero ha vuelto a empeorar, ya que las condiciones en las que viven los pigmeos son bastante malas, nómadas en busca de la caza, apartados en las selvas, con cierto rechazo por el resto de la población, en parte por su aspecto físico: bajitos, rasgos toscos... La niña presenta una desnutrición tipo Kwasiorkor, muy flaca, abdomen distendido, edemas en pies, incluso cierta coloración rojiza del cabello... Necesita unas semanas de tratamiento con una dieta especial a base de una comida hiperproteica que aquí no venden y vamos a proporcionarla nosotros, a base de leche, azucar, aceite, harina... todo mezclado, con unas cantidades que nos han dejado bien pautado para que sigamos. El padre parecía preocupado. Ya le hemos dicho que se apañe como quiera pero que la niña se tiene que quedar varias semanas. El resto de pacientes intervenidos evoluciona satisfactoriamente. Incluso la que ayer sangró tanto por el embarazo ectópico. Al acabar la jornada en el hospital, otra vez hemos vuelto paseando a casa. De camino hemos entrado en una tienda de artesanía muy chula donde he realizado algunas compras. El regateo ha sido duro pero al final me he quedado lo que quería por menos de la mitad de lo que pedían. Como en casi todos los sitios en los que se regatea, acabas pensando que has sacado un buen precio y el vendedor sabe que al final se ha sacado una pasta. Aún así, a mi me ha parecido bastante justo. Supongo que volveré a esa tienda, donde ya nos conocen y nos harán, como mínimo, y tras mucho discutir, el mismo precio. Como despedida del grupo que nos deja mañana, hoy hemos salido a cenar fuera, a un bareto muy cuco, donde además de la famosa barracuda (estaba cojonuda), hemos comido una especie de lenguados, arroz, patatas y plátano fritos, y camarones. Aquí siempre que vas a cenar a un cualquier sitio, tardan una media de dos horas en servirte. Ritmo camerunés aplicado a la hostelería. Hoy hemos estado hábiles, y como por la tarde hemos pasado por delante del sitio, hemos dicho que estuviera la cena para las 20h. El dueño ha dicho (en francés-camerunés): ufffff, me lo dices con el tiempo demasiado justo. Y no eran ni las 18h. Al final se ha negociado que iríamos sobre las 20.30h. Después de cenar hemos vuelto a visitar el Blue Moon, bar-pub donde hemos tomado un algo, junto con gente del hospital. Lugar curioso, lleno de negros de clase media-alta, con sus móviles última generación, muchos vestido muy a la europea, con sus zapatillas converse all-star. También los había horteras con sus gorras y sus prendas mascachapas. Alguno llevaba algo de ropa más tipo “africana”. El local disponía de un generador de energía que nos proporcionaba luz y música, porque parece que había habido un corte generalizado (creo que como todos los días). El generador estaba en la misma puerta, y el motor que lleva no es especialmente silencioso, así que entre este aparato, lo que chillan los cameruneses y la música a toda caña, no se podía mantener una conversación normal. Las calles por lo general no están alumbradas. Hay farolas, pero no las encienden. Como mañana sábado también trabajamos, no hemos querido alargar mucho la cosa y hemos vuelto antes de que empezara el bailoteo.


jueves, 22 de octubre de 2009

Camerún día 8



Hoy me toca la profilaxis contra la malaria. Tenía dos opciones: la primera es tomar un comprimido semanal que tiene como posibles efectos adversos alteraciones gastrointestinales, convulsiones, parestesias, vértigos, sensación de inestabilidad, cefaleas, insomnio, irritabilidad, obnubilación, alucinaciones, episodio psicótico, tendencia depresiva... La otra opción es la toma diaria de otro comprimido, que puede ocasionar secundariamente perdida de apetito, náuseas y/o vómitos, dolor de estómago, diarrea, inflamación o úlceras bucales, reacciones alérgicas, picor, dolor de cabeza, dificultad para dormir, mareo, fiebre, caída de pelo, tos, fatiga, adormecimiento, angioedema y casos aislados anafilaxis. Parecen más chungos los efectos secundarios del tratamiento semanal, pero decidimos tomarnos éste por la comodidad de una sola toma. La malaria (o paludismo) la podemos adquirir por la picadura de mosquitos, y éstos están especialmente cabrones los días como hoy, en los que llueve sin parar. Para más inri, hoy me he enterado de la existencia de los Mutmut, unos mosquitos muy pequeños, casi invisibles, que aparecen sobre todo al amanecer y al anochecer, y producen unas picaduras muy molestas. Creo que ya me han picado unas docenas de veces. A la paciente que ingresamos anoche hemos acabado interviniéndola de urgencias. Con la sospecha de que tuviera un embarazo ectópico le hemos pedido pruebas de laboratorio y de embarazo y una ecografía. Estaba anémica, embarazada y en la eco se veía líquido libre en cavidad abdominal. Si a esto le sumamos los datos que medio sonsacamos con la anamnesis, blanco y en botella: embarazo extrauterino. Ha sido la intervención más espectacular desde que estamos aquí, porque al abrir el abdomen presentaba un hemoperitoneo (sangre dentro del abdomen) de casi 4 litros, y un sangrado activo desde la arteria uterina. La hemos clampado, ligado, seccionado y luego extirpado el ovario y la trompa izquierdos. El aspirador, aunque aquí usen un trozo de manguera de jardín (bien esterilizada) con buen calibre, no ha sido capaz de llevarse toda la sangre que tenía en la cavidad, y gran parte de ésta me ha caído encima, a la bata y a los pies. Hemos dejado un bueno charco de sangre en el quirófano, pero la intervención se puede calificar de exitosa. Se le ha transfundido varias bolsas de sangre que previamente y durante la intervención se extraía a familiares de la paciente. Si no pasa nada raro, este es el típico caso que debe ir bien. Muerto el perro, muerta la rabia. Además, hoy hemos operado una hernia que teníamos programada, hemos dado de alta la hernia de anteayer y el resto de pacientes intervenidos evoluciona favorablemente (incluso la de la perforación uterina). Cuando casi nos marchábamos del hospital, la chica que le “guardamos” ayer al ginecólogo (que por cierto me he enterado que vendrá más tarde, dentro de una semana), ha vuelto a sangrar. Parece que pueda tener un tumor en cuello del útero. Le hemos colocado un tamponamiento, si mañana sigue igual, nos tocará realizarle una histerectomía. Para la mujer va a ser una lástima, porque nos ha dicho que están buscando su quinto hijo (supongo que para situarse en el promedio de hijos por mujer). Cuando íbamos a empezar a cenar, para variar, nos han llamado del hospital por una urgencia. Era un tema de fontanería, un problema con un paciente sondado. Lo hemos resuelto fácilmente y nos hemos vuelto. He conducido de nuevo el cochazo.

miércoles, 21 de octubre de 2009

Camerún día 7


Ya llevamos una semana en Camerún, pero tengo la sensación de haber estado mucho más tiempo. Las cosas que hice anteayer me parecen muy lejanas. Hoy sólo hemos operado una hernia, pero hemos estado a punto de meter en el quirófano a urgencia. Era un sangrado ginecológico, pero como al final se ha estabilizado, hemos preferido “guardársela” al ginecólogo que viene el día 25, para que le proporcione el tratamiento definitivo óptimo. Nosotros tenemos algún enfermo por operar, pero vamos casi al día. Sí hay varios casos a la espera del ginecólogo, al cual supongo que ayudaremos en quirófano. Hoy hemos dado de alta a Viviane, la chiquilla de 22 años que por practicarse un aborto en malas condiciones tuvo un perforación y una peritonitis. Me pidió, cuando estaba en la cama, que le hiciera una foto para verse. Hoy se la he repetido y tenía mejor cara. Loles, o Mama Loles, como la llaman todos aquí, es una enfermera voluntaria que se vuelve esta semana a España. Aquí se llama Mama o Papa a todos los que pueden ser mamas o papas, aunque más frecuentemente a los mayores (creo recordar que la esperanza de vida en Camerún es de 56 años). Mama Loles ha estado trabajando este mes en maternidad, y también llevando un poco (por no decir ha estado intentando hacer algo al respecto) el tema de planificación familiar. Pues bien, Viviane, soltera y sin compromiso, le ha prometido a Mama Loles que a partir de ahora usará el preservativo, para que no le vuelva a pasar esto. Aunque esta noche ha llovido, ha salido un día muy soleado y caluroso. Esto lo aprovechan todos aquí para hacer la colada, y tanto en el hospital como en las casas hemos visto la ropa secándose. Es curioso que casi nadie tiene hilos para la ropa, sino que la dejan en el suelo encima de la hierba, o encima de setos o plantas. En la casa en la que vivimos, como planchan toda la ropa, se crea un pequeño retraso en tener disponibilidad de ropa limpia. Como yo no contaba con este retraso, he estado a punto de llegar al límite del reciclado de ropa usada. Pero hoy he tenido mi ropa interior limpia y planchadita. Por los pelos. Después de comer, en el bar de Mama Yoyo, hemos hecho una sobremesa con galletas y jugando al Ludo, una especie de parchís a la africana. Se lo habíamos visto a lugareños, pero hoy lo hemos cogido en el bar. Básicamente es igual, cuatro fichas, tienes que llegar al final de las casillas, pero tiene como variantes que el sentido del juego es el contrario (el de las agujas del reloj), que se sale con un seis en vez del cinco, que cuando matas a otra ficha, ésta se va a tu casa y no a la suya (rollo prisionero, así me lo ha dicho Pierre, de admisión). Nosotros hemos jugado con las reglas españolas, porque cuando lo hemos cogido no habíamos preguntado todavía. En Mama Yoyo nos compramos las Cocacolas para acompañanar a nuestro bocata. Los botellines tienen ahora una promoción que debajo del tapón te puede tocar otra botella gratis. Anteayer me tocó una gratis. Mama Yoyo nos dijo que era la primera que veía. Con la que me dieron por la cara, ayer me tocó otra gratis. Cuando he ido a cobrármela, Mama Yoyo ha puesto cara de pocos amigos, pensando tal vez que le estoy tomando el pelo. Tengo ganas de ver la cara que podrá mañana cuando le enseñe la tapa con bebida gratis que me ha tocado con la Cocacola de hoy. Hemos tenido sesión clínica impartida Samuel, el director médico del hospital. Trataba de dolor abdominal, y ha sido muy simple, de cosas muy básicas. Asistimos todo el personal sanitario del hospital, aunque en verdad va dirigida a los trabajadores contratados, para complementar un poco sus conocimientos. Para nosotros no tiene casi ningún interés, pero vamos por el hecho de mostrar la importancia de estas cosas, e intentar que se cree este tipo de hábitos buenos de trabajo cuando en un futuro (incierto) el hospital sea autosuficiente. Al salir del hospital hemos ido a relajarnos a la playa del faro, donde hemos visto el atardecer. Cuando nos volvíamos a casa han llamado del hospital por una urgencia. Una mujer con dolor abdominal que viene de otro hospital porque el marido no aguantaba más sin que mejorara. La historia que nos cuenta no cuadra mucho con la que ha contado previamente al personal de guardia del hospital. Hemos ido al hospital sólo el equipo quirúrgico por si había que intervenir, pero vamos a darle un margen de horas hasta mañana, cuando le realizaremos una ecografía y una analítica, y veamos cómo ha evolucionado. Parece que pueda tener algo ginecológico, una enfermedad pélvica o un embarazo ectópico (por algunas cosas sueltas que ha dicho la paciente) A la ida y vuelta he conducido yo. Ya no pienso que el coche sea una mierda, aunque el cristal esté roto, el techo acumule agua y caiga de golpe con un bache, no frene casi, el freno de mano no funcione, la luces de cruce parezcan de posición y las largas de cruce, los parasoles caigan sobre la cabeza de conductos y copiloto, la amortiguación no amortigue... funciona bastante bien, sobre todo si pienso en la caña que estamos dando por estas carreteras/caminos. Habría que ver los que duraría cualquiera de nuestros coches por aquí.

martes, 20 de octubre de 2009

Camerún día 6

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Hoy al sacar el coche de casa ha rozado los bajos en la acera. Rascar el chasis es un hecho habitual durante el trayecto de casa al hospital y viceversa, por el mal estado de la carretera. Pero el hacerlo en la rampa de la casa no lo es. Ni se nos ha ocurrido pensar en el exceso de peso porque seis personas lo soporta de sobra el coche. Justo antes de partir hacia el hospital alguien ha dicho: igual se ha pinchado una rueda. En efecto. Hemos tenido que dejar el coche e ir al hospital con el Jeep. En un principio he pensado: que guay, porque todavía no había tenido la oportunidad de montarme, pero cuando he expresado esta idea, los voluntarios que llevan más tiempo me han dicho que en breve cambiaría mi forma de pensar respecto a este coche. Y así ha sido, justo cuando hemos pillado el primer bache. En teoría el Jeep es un todoterrero, pero a éste creo que no le funciona la amortiguación, pues con cada irregularidad del camino nos estampábamos con el techo, y si teníamos mala suerte con las barras de protección. Eso si tienes suerte como he tenido yo de sentarme en un asiento. Los dos que se sentaban en los laterales, lo hacen encima de la ruedas traseras, y a parte de estar más cerca del techo, también se golpean el contra las ventanas. Una vez en el hospital, policontusionados, hemos tenido la sesión, pasado visita y después operado una hernia inguinoescrotal y una litiasis biliar. Estas son las dos patologías más frecuentes que se operan en cualquier hospital español. Aquí intervenir la vesícula biliar es una cosa rara. Lo que no debe ser raro será ver alguna mosca por el campo operatorio, deduzco por la espontaneidad con que la instrumentista ha intentado matar una, con un paño, sobre la misma paciente. Al acabar la segunda cirugía se ha ido la luz del quirófano y para despertar al paciente nos hemos tenido que iluminar con una linterna. Por lo demás, han sido cirugías programadas, “limpias”, en pacientes sanos. Se supone que deben ir bien. De nuestras otras pacientes, tenemos una peritonitis que evoluciona muy bien. La otra, más reciente pero más grave, por el cuadro de infección intraabdominal que tenía, se encuentra regular. Y la mujer mayor de la neoplasia de páncreas operada ayer se encuentra dentro de la normalidad para ser el primer día postoperatorio. Hoy hemos acabado a la hora (16.30h) y hemos aprovechado para visitar la zona comercial de Kribi. Calles anchas con tienduchas y baruchos a ambos lados. Todo como en ruinas, sucio, descuidado, pero funcionando. Hoy nos hemos centrado básicamente en la zona de las telas. Muchas tiendas cuyo principal producto es un trozo de tela de colores generalmente muy vistosos, de unos 5 metros de longitud, con el que las mujeres africanas se hacen los vestidos. También había alguna tienda con máquinas de coser en la que te podían hacer el vestido, o lo que quisieras, con estas telas. Después nos hemos tomado unas maxi cervezas y refrescos en el Blue Moon, acompañado de cacahuetes que hemos comprado en la calle. Los venden dentro de una botella de whisky vacía. Para cenar hemos tenido una mezcla hispano-camerunesa; por una lado, tortilla de patatas, y por otro, arroz blanco con especias y croquetas de pescado que ha traído Olive. A partir de ahora viene una rutina que supongo que hará que se pase el tiempo más rápidamente. Alguna tarde aprovecharemos para visitar la ciudad, hacer alguna compra más... pero esto va a ser más difícil porque este fin de semana nos dejan los pediatras y los enfermeros, que como llevan más tiempo aquí, y además alguno habla francés a la perfección, eran un seguro de vida para moverse por las calles. Nos tocara espabilarnos un poco en este aspecto.

lunes, 19 de octubre de 2009

Camerún día 5

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Lo del número de plazas máximo permitidas en un vehículo, aquí en Camerún, viene dado por el volumen que disponga para amontonar gente, o en su defecto, como por ejemplo en una moto, cuyo volumen teórico es infinito, por el equilibrio que los ocupantes puedan mantener. Hoy he visto encima de una moto a 4 personas, un ventilador y dos sacos de fruta. Ayer comprobé como 7 personas pueden ir hasta una playa casi sin que pase nada, y cómo 8 pueden volver (Olive, la de la secta gospel, volvió a Kribi con nosotros. Pero la prueba definitiva ha sido esta mañana, cuando en la ambulancia que nos lleva al hospital, sin forzar demasiado la cosa (en el maletero sólo ha ido una persona), hemos viajado 18. No quiero ni pensar cómo iran los autobuses o qué ocurriría si Camerún tuviera metro. Esta noche ha llovido muchísimo. Muchos nos hemos despertado del ruido de la tormenta, porque los techos de la casa son metálicos y el golpear de las gotas se oye muy alto. Además, cuando cae un mango al techo solemos darnos un susto de muerte, porque suena casi como un disparo o una explosión, y después algo que rueda hasta caer al suelo. Por si esto fuera poco, aquí los grillos y las ranas compiten por ver quien canta más alto. Y para acabar, en la casa tenemos un invitado nocturno, aún cuya naturaleza tenemos que determinar, que se pasa la noche emitiendo unos ruidos muy extraños, entre el croar de una rana y el graznar de un pato. La gente que lleva más tiempo aquí dice que es un especie de pájaro nocturno, y que varios grupos de voluntarios ya han intentado matarlo a pedradas, sin éxito por lo que he podido ver y escuchar. La solución para un par de ruidos pasa por cortar el árbol. Esta banda sonora parece un poco esos Cds que venden en tiendas hippie-pijas tipo “relajación”, a excepción de cuando cae un mango. Pero a mi todo ésto realmente no me entorpece la noche. Duermo muy bien, a pesar de los ruidos, de que la cama cada día está más hundida por el centro, de que detrás de la mosquitera hay cientos de bichos deseando entrar para cebarse conmigo... Cada mañana me despierto espontáneamente antes de que suene el despertador. Nos acostamos relativamente pronto porque madrugamos bastante, y la cena suele empezar entre las 19 y las 20h. Hoy en el hospital hemos operado a la paciente que teníamos programada, la de la masa abdominal. Ha resultado ser una neoplasia de retroperitoneo, seguramente de páncreas. Le hemos hecho un par de derivaciones (colecisto y gastro yeyunostomías). Además en la consulta se ha presentado un paciente con un bulto en la nalga que parecía un lipoma. Se lo he extirpado y ha resultado un quiste sebáceo. Hay que ver que dura tiene la piel ésta gente. Cuesta de cortar y coser. Gajes del oficio. De los operados la semana anterior, hemos dado de alta a la hernia, pudiendo comprobar que no sólo le sienta bien la comida, sino también la bebida, sobre todo si es alcohólica. De las chicas de la peritonitis, la primera estamos en fase de correcta tolerancia oral, fuera lavado abdominal. La otra, aún reciente, también mejora, ya orina mayor cantidad, el drenaje de lavado todavía está súcio, pero menos. Además ha empezado a venir gente a la consulta citados porque sabían que los cirujanos estaríamos. Varias hernias, una litiasis biliar, una neoplasia de mama. Lista de espera en Valencia: litiasis biliar, hasta 9 meses; hernia inguinal, hasta 7 meses; quiste sebáceo, hasta 18 meses... Lista de espera en Camerún: 1 día, o incluso se pueden operar el mismo día si vienen en ayunas o si es con anestesia local. Si al final no va a estar tan mal esta gente. Al terminar las cirugías me he acercado a maternidad a ver a si había algún parto. He jugado un poco con un bebé, hasta que se ha meado en mi camiseta. Qué gracia. Nos hemos vuelto dando un paseo desde el hospital. A ritmo pausado, charrando, sacando alguna foto (pocas), una hora.

domingo, 18 de octubre de 2009

Camerún día 4


Al igual que ocurre en el Clínico, los cirujanos somos de los pocos que pasamos visita en domingo, y aquí no iba a ser menos. Habíamos planeado pasar todos el día en la playa. Quedamos el equipo quirúrgico en ir al hospital un rato antes que el resto se levantara para que estar a la hora de salir preparados. Pero justo cuando nos íbamos han llamado del Hospital diciendo que había una urgencia pediátrica. Así que los pediatras también se venían. Como tenían que ducharse y desayunar, yo he hecho tiempo paseando hacia el hospital y haciendo fotos. He pasado por un puente que está al lado de la casa y he entrado al puerto, donde había una especie de lonja y se vendía pescado. Allí me han recogido y hemos ido al hospital, donde la urgencia se había convertido en tres más y en un par de “poyaques” (la mano hinchada de una trabajadora del hospital y el hidrocele del hijo del vigilante). Había dos urgencias pediátricas que para variar eran malaria. El otro caso era, también para variar, una víctima de otro aborto, pero esta vez de hace un año. Desde entonces tenía sangrado frecuente, pero no sabemos muy bien porqué se realizó otro legrado hace una semana. Como estaba muy débil le hemos hecho una analítica. Bueno, hemos visto su hemoglobina con un método bastante rústico, una gota en un papel y por similitud de la intensidad del rojo, comparando con una escala impresa, calculamos que ronda los 7 g/dL. Le hemos transfundido, después de todo lo que supone hacer esto un domingo. Llama al del laboratorio, que quiera venir. Ha venido. Que los pacientes encuentren un donante compatible, hazle las pruebas: Hb, VIH y compatibilidad cruzada. Sácale la sangre y pásasela a la paciente. Pues bien, no tenían donante a mano, así que le hemos transfundido la sangre que conseguimos ayer para la paciente que operamos, que no hizo falta pasársela. Luego ha venido un familiar o amigo o contratado para donar su sangre. Mientras todo ésto pasaba hemos visto a los pacientes operados. La hernia perfecta, las chicas de los abortos mejorcitas, la primera le hemos quitado el lavado, iniciamos tolerancia oral, movilización... La de ayer, pues para variar hemos tenido que recordar al personal contratado que haga su trabajo aunque no estemos para recordárselo, que lo tienen anotado. Ésta es una lucha constante por parte de los voluntarios hacia el personal contratado. Hay que buscar un equilibrio entre ayudarles-enseñarles y tener que hacerlo todo. Los enfermeros españoles son los que más quemados están porque los locales se desentienden del curro, y les obliga a hacer más faena. No ocurre con todos, pero sí con muchos. Y a nuestra paciente resulta que no le habían renovado la fluidoterapia y la pobre estaba sequita. Le hemos aumentado los líquidos. A pesar de todo, se encontraba bastante bien. A partir de mañana veremos si la evolución tiende a mantenerse o no. Cuando ya no quedaba nada por hacer nos hemos marchado a la casa a recoger al resto para ir a la excursión. Hoy dos de nosotros han vuelto a casa (Ana y MªJosé), que habían venido específicamente un par de semanas para ayudar a ordenar e informatizar archivos de pacientes. Así que nos quedamos 8 personas: dos enfermeros (Diego y Loles), dos pediatras (Pablo y Carol), la directora de orquesta (Teresa) y el kit quirúrgico (Julio, Margarita y yo). A la excursión hemos ido 7, dos en el maletero. La verdad es que la cosa inicialmente no pintaba bien. Por noche ha estado lloviendo y creía que no tendríamos excursión. Después el tema de las urgencias. Yéndonos hemos parado a comprar tarjetas telefónicas y por echar fotos Julio (esta vez no he sido yo), un pseudopolicía nos ha querido molestar un rato. Bueno, la situación es que aquí la policía tiene cierto poder y hay controles por la carreteras. A nosotros los voluntarios no nos suelen parar porque el director del hospital amenazó al jefe de policía que si nos iban a estar parando todos los días, se llevaría el hospital a otro lado. Así que cuando ven nuestro coche de mierda con sus pegatinas del hospital, nos dejan pasar. Pero siempre hay listos, y éste policía, como todos, quería dinero, y nos ha dicho que no se podía hacer fotos (en la calle??!!) y que le diéramos la cámara. Bueno, hemos usado nuestro comodín, hemos hecho como si llamáramos al director del hospital, le hemos dicho que estaba muy enfadado, y el poli malo nos ha dejado marchar. Cuando parecía que la cosa se empezaba a ir bien, yendo por la carretera, Pablo y yo hemos notado que el capó del coche se movía. Pablo conducía, y yo de copiloto por ser el más grande, no puedo compartir maletero. Hemos parado y comprobado que estaba abierto. Más bien, lo que ha pasado en que el cierre fijo se ha roto, se ha arrancado, pero bueno, quedaba el cierre de seguridad, ese que hay que meter la mano por debajo para poder abrir. Pues bien, pensándonos que lo habíamos fijado suficiente y que con circular a menor velocidad aguantaría el camino, y 3 minutos después de que Pablo nos contara que a unos amigos suyos una vez se les abrió el capó y se les rompó el parabrisas delantero, ha sucedido lo que tenia que suceder. Se ha abierto el capó, ha golpeado el cristal y lo ha roto por su parte inferior y central. La parte superior y derecha (viéndolo desde dentro) ya estaba cuarteada por algún percance previo. Qué gran invento eso de que los cristales de los coches se fragmentan pero no se rompen. Nos queda íntegra la zona de delante del conductor ¿milagro? ¿casualidad? Milagro ha sido el que no viniera nadie de cara, porque circulábamos a 80 km/h, Pablo se ha limitado a frenar poco a poco intentando ver por el hueco que deja el capó abierto por debajo, sin conseguirlo, invadiendo el otro sentido. Yo he sacado la cabeza por la ventana, que para que los dos del maletero no se asfixien estaba abierta totalmente, y cogiendo el volante lo he llevado al arcén derecho mientras Pablo frenaba. Una vez parados, y esta vez usando más la fuerza que la (comprobada empíricamente) inútil maña hemos cerrado el capó. Ya no se ha abierto ni el resto del viaje ni a la vuelta, y no sé si se podrá abrir alguna vez sin ser arrancada. A este pueblo no habíamos ido todavía. El grupo que lleva más tiempo en Camerún ya lo intentó la semana pasada, pero por culpa de las lluvias el camino estaba lleno de lodo y casi se quedan atrancados. Tuvieron que volverse con el rabo entre las piernas. Viendo lo bien que nos estaban saliendo las cosas esta mañana teníamos plena confianza en que las lluvias de los días pasados, incluida esta noche, no habrían vuelto a estropear el acceso tras un tres o cuatro días en que hubo buen tiempo. Por fin algo de suerte, donde hubo un mar ahora sólo había un pequeño lago que el coche ha podido atravesar con siete personas en su interior sin que entre agua (cosa que sí ocurrió la anterior vez). Así que hemos podido llegar al pueblecito pesquero. Al hablar de pueblecito pesquero me vienen a la mente los típicos pueblos de la costa española, en particular los del norte, con su puerto, sus cuidadas calles estrechas, sus casas de colores... pues no. Aquí las casas siguen siendo chozas de madera echas polvo; las calles... bueno, lo que hay entre las casas, es un espacio más o menos grande con tierra, a veces vegetación, a veces trastos, a veces animales; y el puerto no es más que la arena y el mar. Pero también es muy bonito y tiene su encanto. El pueblo discurre paralelo a la playa, muy ancha, y que hacia el norte presenta una zona de arena sin a penas construcciones. Nos hemos ido para allí a tomar un baño. Estábamos solos en toda la playa. Aquí ahora es invierno y creemos que por eso no se baña nadie. De hecho, con este “frío” casi todo el mundo lleva mangas y pantalón largos. El agua no es clara, no se ve el fondo. No sabemos si es debido al sedimento de los ríos, a las lluvias recientes, o a la petrolera que hay en el golfo de Biafra. El baño nos ha sentado de marvilla, y cuando nos hemos cansado del agua, de pasear, nos hemos ido en busca de algún local donde comer. Nos hemos encontrado en una casa a pie de playa una misa autóctona. Hoy es domingo, y toda clase de sectas celebran aquí sus oficios, con mayor o menor espectáculo asociado, de éstos que entran en trance, cantan como locos o repiten fervorosos las consignas de su pastor. Cuando estábamos cotilleando un poco a lo lejos la casa, ha salido una de las trabajadoras del hospital, Olive, con un vestido blanco encima de unos leggins de rallas y con un gorro parecido al de Ratatouille. Nos ha dicho que ésta no es normalmente su iglesia, pero como están en fiestas ha venido. Los otros voluntarios ya la han acompañado a una de sus misas, pero nos han dicho que duran unas 3 horas, pero que a cambio podemos echar fotos sin ningún tipo de problema. De hecho, hasta ellos mismo te dicen que les hagas fotos. 3 horas. No sé si compensa. Esta celebración ya había terminado. Nos ha acompañado a buscar un sitio donde comer, y lo único que hemos encontrado ha sido un sitio donde tenían pescado ahumado con moscas revoloteando como guarnición, así que hemos decidido dada la hora que era, y el hambre que teníamos que nos volvíamos a casa, donde adelantaríamos la cena ya preparada y más tarde saldríamos a tomar algo.

sábado, 17 de octubre de 2009

Camerún día 3

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Por la mañana hemos intervenido a la paciente que ayer ingresamos. Existen varios motivos para no haberla operado ayer, pero se resume en la imposibilidad de montar una cirugía por la noche, sin el personal local que trabaja en el hospital. Ellos saben donde se guarda el material, qué hacer si algo no funciona... no queríamos arriesgarnos a empezar sin unas mínimas garantías. Así que esta mañana, lo más rápidamente al ritmo camerunés, hemos intervenido a esta niña. Tenía una peritonitis purulenta difusa secundaria a una perforación del útero debida al aborto que le practicaron la semana pasada. De pura casualidad he descubierto dentro del útero el extremo de la sonda que usaron para el legrado-aborto-atentado. Estaba aspirando y haciendo campo y he notado que el aspirador tocaba con algo de consistencia dura. Fijándome he visto algo blanco que al sacarlo con una pinza hemos descubierto lo que era. Bueno, la paciente estaba en pésimas condiciones físicas. Hemos intentado hacer el menor daño posible, y para ello nos hemos limitado a cerrar la perforación, cubrirla con peritoneo y una trompa. Lavado abundante, drenajes de lavado, y tres padrenuestros. Le pautamos el máximo antibiótico que hay aquí y la intentamos remontar. Saliente de quirófano estaba regular-mal. Pero esta noche hemos pasado a verla y la verdad es que se ha recuperado bastante. Es muy pronto para evaluar la situación, pero comparando cómo estaba y cómo la hemos visto a última hora, no va mal la cosa. Pero por lo que dicen, aquí nunca se sabe. El resto de la mañana ha sido bastante tranquilo. Los pacientes intervenidos ayer están muy bien. La hernia será alta el lunes. Hoy es sábado, y sólo trabajamos medio día. Por eso hemos organizado una excursión para comer en un sitio chulísimo. Al final del río Lobé (el que hay que navegar para ver a los pigmeos) hay unas cataratas antes de la desembocadura en el mar. Allí un tal Marcopolo ha montado un chiringuito donde te sirve unos camarones con patatas y plátano (y las correpondientes bebidas gigantes) a pie de las cataratas. Vaya camarones, muy muy sabrosos. Me habré comido unos Me habré comido unos...¿40?. Hemos estado hasta el anochecer, hablando, descansando, paseando... El camino hacia esta playa es una especie de carretera de tierra enfangada que atraviesa varios ríos. Se supone que hace años hubo una partida de dinero para asfaltarla y construir puentes, Pues bien, ese dinero alguien lo desvió para construir un hotel. Ya he visto que no sólo en la Comunitat hay corrupción urbanística. Este año se ha vuelto a destinar dinero para terminarla, pero creo que la cosa no avanza. Hemos pasado por tres puentes, cada cual peor. Sólo me he atrevido a echar un foto en el que he visto más seguro. Por los otros me he limitado a rezar. A la vuelta me ha tocado ir en el maletero del coche de mierda por la carretera de mierda. Durante el rato que hemos estado en la playa hemos tratado el tema de que todos nos sentimos un poco engañados o desinformados por la organización respecto a la información recibida antes de venir aquí. Hay gente muy quemada, algunos incluso se van a marchar antes del período acordado, porque se está abusando de los colaboradores, sumado ésto a que algunos de los trabajadores locales contratados no pegan ni chapa. La verdad es que la primera semana que pasaron el resto del grupo aquí fue realmente mala. Varias guardias seguidas de urgencias nocturnas, prolongaciones por la tarde, varios muertos... Es un tema que hablamos, que pensamos transmitir a la coordinación de la ONG. Para el equipo quirúrgico el problema vendrá fundamentalmente cuando nos quedemos solos y tengamos que asumir patologías médicas. Como somos los que menos tiempo llevamos, al menos yo no me encuentro ni cansado, ni desanimado. Ya veremos cómo lo solucionamos. Durante la cena hemos quedado, si no llueve, en ir a mañana domingo, nuestro día libre, de excursión a un pueblo pesquero cerca de aquí. Vamos a intentar descansar algo, y lo digo así porque tenemos como vecina una discoteca que cierra a altas horas de la madrugada. Como yo no soy de ir a esos sitios, me acostaré para intentar recuperar un poco el sueño perdido.

viernes, 16 de octubre de 2009

Camerún día 2


Humedad relativa: 94%. Mi toalla está húmeda. No se ha secado. Igual no lo hace en 30 días. Además no puedo tenderla al intemperie porque existen unos bichos que ponen sus huevos en la ropa tendida y luego te pican. Ayer en la playa tampoco podía dejarla sobre la arena porque otros bichos una especie de arañas se agarran a las telas y luego también te pican. Por no hablar de los mosquitos. Ni de las pulgas que tienen los perros y el gato de la casa. En el hospital, cerca de la sala de rayos (contáiner de metal con un aparato de radiografías dentro, revelado manual) hay una zona a la cual no hay que acercarse, porque viven una especie de chinches que pican, no duele, pero sí dejan unas marcas rojas que tardan unos días en irse. Como no lo sabía ya tengo unas 20 por mis brazos. Y las hormigas; ayer se me olvidó el pequeño detalle de que nuestros bocadillos de tortilla de patata estaban repletos de pequeñas hormigas rojas. Nos las comimos. Aquí en Camerún todo está lleno de bichos. A primera hora hemos tenido sesión clínica donde se cuentan las incidencias de la guardia. Se habla en francés pero el director médico nos traduce lo que considera oportuno. De las cirugías que teníamos para hoy hemos operado primero la hernia y luego la de colección intraabdominal. Todo, claro está, a ritmo camerunés. Desde la sesión hasta la cirugía. Sólo para decidir dónde se hacía la sesión hemos estado unos 40 minutos. El quirófano es todo un espectáculo. Lo primero es el atuendo que nos hacen llevar. Por ello de dar una imagen y mantener cierta esterilidad, dentro de quirófano tenemos que llevar pijamas naranjas, para diferenciarse de los verdes y blancos que pululan por todo el hospital. Con ese naranja chillón parece que estemos en Guantánamo, en un sitio cerrado y rodeados de negros. Esta sensación es mayor cuando nos quedamos a oscuras porque se va la luz (sólo ha ocurrido dos veces y por suerte en el antequirófano). Música africana de fondo para amenizar las cirugías. La instrumentista se sabía bien todas las letras, como nos ha demostrado durante toda la mañana mientras operábamos. La sensación en quirófano es de una temperatura ambiente de 40ºC, hemos acabado chopados. El material quirúrgico es limitado pero aceptable. En el bisturí eléctrico funciona el corte manual pero la coagulación hay que darle al pedal. Hay una luz única que con un tono amarillento da para iluminar a penas el campo operatorio. No sé qué está tapando, ni me importa, un póster con caricaturas de Buenafuente y sus colaboradores que está colgado entre las ventanas tapiadas y el techo. Supongo que el que lo colgó pensaba que ver la cara del Neng con los ojos inyectados en sangre era relajante. Antes de operar, nos hemos lavado con una pastilla de jabón comunitaria, y como hoy no teníamos agua corriente en el hospital, aclarado con agua con nos echaba la auxiliar sacada de un cubo que estaba en el suelo. Máxima asepsia y antisepsia, excepto por las moscas que se paseaban por el quirófano. La cirugía de la hernia ha sido bastante estándar. Tapón y malla. En cuanto a la chica del aborto-perforación-colección intraabdominal-volcán de pus por el ombligo, nos hemos encontrado un poco lo que esperábamos: una colección pélvica con peritonitis plástica, todo pegado e inflamado. Nos hemos limitado a evacuar la colección, lavar abundante y dejar un drenaje de Martín-palanca en pelvis y un redón ambiental. Además hemos hecho varias curas, visto a una mujer de 57 años con síndrome constitucional, algo de obstrucción intestinal, y que tiene una masa en epigastrio e hipocondrio derecho ¿neo de colon? El lunes la operamos y ya veremos qué se puede hacer. Para comer hoy teníamos bocadillos de sardinas. Después íbamos a tener una sesión clínica sobre dolor abdominal, pero se ha liado la cosa y no hemos asistido. Una mujer se ha puesto de parto, y ha parido. Niño, 3400 gr. Todavía no tiene nombre. Me han avisado para que le suturara la episiotomía. Mientras cenábamos (carne con pimiento, arroz, jamón serrano!! y queso!!) hemos hablado sobre las guardias. Ninguno de los voluntarios sabíamos que tendríamos que hacerlas antes de venir. Nos hemos enterado de que en dos semanas el equipo quirúrgico nos quedamos solos para cubrir tanto urgencias quirúrgicas como médicas. Tendremos que conducir por estas carreteras de mierda con estos coches de mierda (la verdad es que ésto me apetece) y por la noche si hay que ir al hospital para una urgencia. Ahora lo hacen (el conducir y asumir patología médica) los pediátras que llevan tres semanas aquí, pero cuando se vayan nos tocará hacerlo a nosotros. Pues mientras hablábamos de ésto, no han llamado porque había un abdomen agudo. Hemos cogido el coche y tras recorrer los 6 km hasta el hospital, hemos visto a una chica con el abdomen feo. Hace una semana le practicaron un aborto en el otro hospital de la ciudad. Le estaban tratando con antibióticos y analgésicos. Cuando se le ha acabado el dinero, la han echado. Si no ocurre un milagro con los antibióticos y analgésicos que le hemos pautado, mañana le haremos una laparotomía exploradora. Mientras cursábamos el ingreso me he dado cuenta de la gran fauna nocturna que puebla el hospital por la noche: bichos verdes con forma de hoja, cucarachas marrones gigantes, hormigas voladoras del tamaño de una abeja... Al volver a casa y lavarme los dientes he comprobado que mi toalla sigue húmeda.

Varios compañeros del hospital me han comentado ya lo del fallecimiento del jefe. Bueno, supongo que estando aquí nos podemos aislar un poco del revuelo que se estará montando por el servicio.