viernes, 16 de octubre de 2009

Camerún día 2


Humedad relativa: 94%. Mi toalla está húmeda. No se ha secado. Igual no lo hace en 30 días. Además no puedo tenderla al intemperie porque existen unos bichos que ponen sus huevos en la ropa tendida y luego te pican. Ayer en la playa tampoco podía dejarla sobre la arena porque otros bichos una especie de arañas se agarran a las telas y luego también te pican. Por no hablar de los mosquitos. Ni de las pulgas que tienen los perros y el gato de la casa. En el hospital, cerca de la sala de rayos (contáiner de metal con un aparato de radiografías dentro, revelado manual) hay una zona a la cual no hay que acercarse, porque viven una especie de chinches que pican, no duele, pero sí dejan unas marcas rojas que tardan unos días en irse. Como no lo sabía ya tengo unas 20 por mis brazos. Y las hormigas; ayer se me olvidó el pequeño detalle de que nuestros bocadillos de tortilla de patata estaban repletos de pequeñas hormigas rojas. Nos las comimos. Aquí en Camerún todo está lleno de bichos. A primera hora hemos tenido sesión clínica donde se cuentan las incidencias de la guardia. Se habla en francés pero el director médico nos traduce lo que considera oportuno. De las cirugías que teníamos para hoy hemos operado primero la hernia y luego la de colección intraabdominal. Todo, claro está, a ritmo camerunés. Desde la sesión hasta la cirugía. Sólo para decidir dónde se hacía la sesión hemos estado unos 40 minutos. El quirófano es todo un espectáculo. Lo primero es el atuendo que nos hacen llevar. Por ello de dar una imagen y mantener cierta esterilidad, dentro de quirófano tenemos que llevar pijamas naranjas, para diferenciarse de los verdes y blancos que pululan por todo el hospital. Con ese naranja chillón parece que estemos en Guantánamo, en un sitio cerrado y rodeados de negros. Esta sensación es mayor cuando nos quedamos a oscuras porque se va la luz (sólo ha ocurrido dos veces y por suerte en el antequirófano). Música africana de fondo para amenizar las cirugías. La instrumentista se sabía bien todas las letras, como nos ha demostrado durante toda la mañana mientras operábamos. La sensación en quirófano es de una temperatura ambiente de 40ºC, hemos acabado chopados. El material quirúrgico es limitado pero aceptable. En el bisturí eléctrico funciona el corte manual pero la coagulación hay que darle al pedal. Hay una luz única que con un tono amarillento da para iluminar a penas el campo operatorio. No sé qué está tapando, ni me importa, un póster con caricaturas de Buenafuente y sus colaboradores que está colgado entre las ventanas tapiadas y el techo. Supongo que el que lo colgó pensaba que ver la cara del Neng con los ojos inyectados en sangre era relajante. Antes de operar, nos hemos lavado con una pastilla de jabón comunitaria, y como hoy no teníamos agua corriente en el hospital, aclarado con agua con nos echaba la auxiliar sacada de un cubo que estaba en el suelo. Máxima asepsia y antisepsia, excepto por las moscas que se paseaban por el quirófano. La cirugía de la hernia ha sido bastante estándar. Tapón y malla. En cuanto a la chica del aborto-perforación-colección intraabdominal-volcán de pus por el ombligo, nos hemos encontrado un poco lo que esperábamos: una colección pélvica con peritonitis plástica, todo pegado e inflamado. Nos hemos limitado a evacuar la colección, lavar abundante y dejar un drenaje de Martín-palanca en pelvis y un redón ambiental. Además hemos hecho varias curas, visto a una mujer de 57 años con síndrome constitucional, algo de obstrucción intestinal, y que tiene una masa en epigastrio e hipocondrio derecho ¿neo de colon? El lunes la operamos y ya veremos qué se puede hacer. Para comer hoy teníamos bocadillos de sardinas. Después íbamos a tener una sesión clínica sobre dolor abdominal, pero se ha liado la cosa y no hemos asistido. Una mujer se ha puesto de parto, y ha parido. Niño, 3400 gr. Todavía no tiene nombre. Me han avisado para que le suturara la episiotomía. Mientras cenábamos (carne con pimiento, arroz, jamón serrano!! y queso!!) hemos hablado sobre las guardias. Ninguno de los voluntarios sabíamos que tendríamos que hacerlas antes de venir. Nos hemos enterado de que en dos semanas el equipo quirúrgico nos quedamos solos para cubrir tanto urgencias quirúrgicas como médicas. Tendremos que conducir por estas carreteras de mierda con estos coches de mierda (la verdad es que ésto me apetece) y por la noche si hay que ir al hospital para una urgencia. Ahora lo hacen (el conducir y asumir patología médica) los pediátras que llevan tres semanas aquí, pero cuando se vayan nos tocará hacerlo a nosotros. Pues mientras hablábamos de ésto, no han llamado porque había un abdomen agudo. Hemos cogido el coche y tras recorrer los 6 km hasta el hospital, hemos visto a una chica con el abdomen feo. Hace una semana le practicaron un aborto en el otro hospital de la ciudad. Le estaban tratando con antibióticos y analgésicos. Cuando se le ha acabado el dinero, la han echado. Si no ocurre un milagro con los antibióticos y analgésicos que le hemos pautado, mañana le haremos una laparotomía exploradora. Mientras cursábamos el ingreso me he dado cuenta de la gran fauna nocturna que puebla el hospital por la noche: bichos verdes con forma de hoja, cucarachas marrones gigantes, hormigas voladoras del tamaño de una abeja... Al volver a casa y lavarme los dientes he comprobado que mi toalla sigue húmeda.

Varios compañeros del hospital me han comentado ya lo del fallecimiento del jefe. Bueno, supongo que estando aquí nos podemos aislar un poco del revuelo que se estará montando por el servicio.

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