viernes, 6 de noviembre de 2009

Camerún día 23


Hoy teníamos que haber ido a ver a los pigmeos. Esto implicaba dos partes, la primera de recorrido por el río Lobé en barcaza, y la segunda la atención sanitaria en los poblados. A primera hora de la mañana ha llamado el jefe de la zona, que hace de intermediario entre este pueblo y nosotros, y ha dicho que al ser hoy el aniversario de la elección del presidente de Camerún, Paul Biya, y tener que acudir a un acto oficial, no podría organizar el encuentro. Aquí se vive con intensidad la celebración de esta fecha, o quieren que se celebre de esta forma. El presidente lleva desde 1982 en el cargo, y en las reelecciones obtiene una mayoría absoluta del noventa y muchos por cien. Debe hacer muy bien su trabajo. Hemos visto, a lo largo del día, a mucha gente vestida con telas cuya estampa era la foto del presidente, algo más joven de lo que actualmente es. Me ha recordado a lo que ocurría con las monedas de 100 pesetas en las que Juan Carlos parecía un chaval. La diferencia es que las telas se imprimen de nuevo todos los años con la foto de hace 25. A nosotros esta fiesta nos da un poco igual, pero nos fastidia que nos haya quitado la oportunidad de visitar y atender a los pigmeos en la selva. Al menos vamos a intentar hacer la parte del paseo en barca, que dicen es impresionante. Como en teoría hoy no íbamos a estar en el hospital, no teníamos cirugías programadas. Hemos podido adelantar una legrado a una paciente a la que se le practicó uno previo hace un mes, pero que desde entonces tenía pérdidas sanguíneas. Se debía a que quien le practicó el aborto no lo hizo correctamente, o suficientemente, dejándose restos placentarios dentro del útero. A parte de la cirugía, hoy hemos podido dar el alta a nuestra paciente estrella, Verleine, que llevaba 17 días ingresada por una perforación uterina tras un aborto mal practicado. Luego tuvo una infección de herida y otra respiratoria. Por fin se encuentra bien y hemos podido enviarla a la maison. Por la tarde hemos tomado un refrigerio con cacahuetes en el bar camino de casa, después una pequeña siestecita, porque aunque mañana sea laborable aquí, hoy se sale de fiesta. Hemos ido a “les deux collines” (las dos colinas), un pub-chiringuito desde el que se veía el mar, construido a base de cañas de bambú, con la luz muy tenue, con una pista central circular alrededor de la cual había unas mesas con banquetas, sin demasiada gente ni música demasiado alta, donde hemos bailado los ritmos africanos típicos. Nosotros, como mañana también madrugamos, a la hora de la Cenicienta ya estábamos en casa.

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