lunes, 2 de noviembre de 2009

Camerún día 19

Hoy el grupo ha amanecido más quirúrgico todavía: se nos han unido dos traumatólogos de Sevilla, Íñigo y David. Con tanto cirujano suelto la situación se puede volver muy peligrosa, sobre todo para la única anestesista. Menos mal que sólo tenemos un quirófano, sino le pediríamos ir a dos a la vez. Y hoy casi podríamos haberlo hecho, porque ha sido el día que más veces hemos tenido que operar. Las cirugías programadas se han desarrollado dentro de la normalidad, una hernia y un hematoma pélvico de origen ginecológico. Pero a lo largo de la mañana hemos tenido dos urgencias. La primera ha sido una cesárea, en la que nos hemos lavado José, Ínigo y yo. Es graciosa la escena de un traumatólogo y un cirujano general ayudando al ginecólogo. Todo ha ido bien. La segunda urgencia ha sido otra vez el chico de los abscesos que operamos el jueves. Los traumas han descubierto pus en su rodilla izquierda y se lo han drenado. Cuatro cirugías al ritmo camerunés te hacen salir tarde del hospital. Pero para rematar la faena, mientras acabábamos de cenar nos han llamado de una urgencia quirúrgica. Un chico joven con una hernia incarcerada. José nos ha acompañado porque decía tener el presentimiento de que más tarde le iban a llamar por cualquier otra cosa. Una especie de visita preventiva. Suponíamos que ocurriría como aquella noche en que redujimos otra hernia y la operamos a la mañana siguiente. Pero no. No entró la condenada. Hernia inguino-escrotal gigante. Mira si era grande, que hacía que el miembro viril del paciente (de dimensiones africanas estándar, es decir monstruoso) pareciera un gusanillo. Hemos tenido que montar todo el quirófano rápidamente, pues existía riesgo de estrangulación de la hernia. Mientras cogíamos todo el material, José es ha ido a la maternidad a echar un vistazo, no fuera que le necesitaran para algo. Cuando empezábamos la cirugía, José ha vuelto y nos ha dicho: “he asistido un parto”. Pues tenía razón en que le necesitarían. La hernia, con mucho sudor y esfuerzo, se ha corregido, tenía asas de intestino muy enganchadas, pero que por suerte para todos no hubo que resecar. Una vez operado, la proporción pene-testículos ha vuelto a su relación normal (esa que deja a la raza blanca en ridículo espantoso). Hemos vuelto tarde a casa, muy cansados, pero satisfechos con el trabajo realizado.

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