Hoy como cada día nos hemos levantado para desayunar a las 7.00 h junto con el resto del personal. Nuestro último desayuno en Camerún. Está lloviendo. El día que se marchó el grupo enfermería-pediatría, también llovió. Esto transmite más todavía un sentimiento de tristeza. El momento más duro es cuando ves marchar a una gente que apenas acabas de conocer pero con la que has desarrollado un vínculo especial. Como expresión que ha calado en la culturilla general, esto es como un Gran Hermano, pero afortunadamente, compartiendo otras cosas y con otro tipo de gente. Tras la despedida con promesas de mantener vivo el contacto personal (que espero que se cumplan de verdad), los compañeros se han marchado al hospital a seguir con la rutina. Nosotros hemos aprovechado para descansar un poco pensando en el largo día que nos espera, preparado las maletas y después un pequeño paseo hasta la
boulangerie para comprar unos dulces para matar el hambre durante el viaje. Después del mediodía hemos partido hacia Douala, conducidos por Silvain, que si ya controlaba la carretera de noche y con niebla, de día puede incluso adivinar si vienen vehículos en sentido contrario antes de adelantar a un camión que transporta troncos de 10 metros de longitud. Tras casi dos horas de carretera hemos llegado a Douala. Tras atravesar la ciudad por infinidad de callejuelas inundadas de peatones, coches, motos y camiones en un caos acorde a una ciudad africana de más de millón y medio de habitantes, hemos hecho una parada en el Mercado de las Flores. Éste es un lugar con más de una veintena de tiendas que ofrecen prácticamente lo mismo, con alguna excepción en alguna tienda determinada. Aquí, cada uno por su cuenta y riesgo, nos hemos dedicado a regatear para conseguir nuestros últimos
souvenirs, Cuando nos hemos quedado sin un CFAF y empezábamos a tirar de euros hemos decidido marcharnos, y hemos comido restaurante de comida mediterránea, por eso de acostumbrar el paladar a nuestra inminente llegada a España. En el restaurante, por teléfono, nos hemos enterado que José tiene programadas varias cirugías para los días próximos. También de que Henry Patrick ha fallecido. Duro golpe para la vuelta. Con un intervalo prudente hemos marchado hacia el aeropuerto, donde nunca se sabe lo que puede pasar. Por suerte no hemos tenido ningún contratiempo, salvo los clásicos agobio de los portamaletas y morro que le echa alguno para sacarse algún dinero extra. A la hora determinada el avión ha partido hacia Paris, desde donde el enlace aéreo nos ha traído hasta Valencia.
Haciendo balance de estos 26 días en Camerún no puedo decir otra cosa que la experiencia ha sido completamente positiva. Se cumple el tópico de que se pasa el tiempo volando aunque los primeros días tuviera la sensación contraria. Al final, totalmente aclimatado, a pesar de ser los días que más he disfrutado, he empezado a notar cansancio físico y psicológico, seguramente acumulado, seguramente influenciado por ver cercana la partida. Tenía ganas de volver, de ver a los míos, de estar en mi ambiente, que ahora considero, aún más, de privilegio, visto lo visto, y sabiendo que así o peor está la mayoría del planeta. Con la gente del hospital, debido a la barrera del idioma y en parte a la mentalización previa que llevaba, no he creado una relación demasiado personal, cuya ruptura podría pasar una factura emocional. Al contrario ha pasado con el resto de voluntarios, con los que desde el primer momento me he sentido, dentro y fuera del hospital, muy a gusto. De hecho, me siento feliz de haberlos conocido, y espero que de alguna forma u otra nos mantengamos en contacto. No sé ni quiero plantearme de momento si la labor que hemos realizado ha sido mucha o poca, valiosa o no. La sensación que me llevo la resume unas palabras que dijo Margarita en nuestra despedida, que “nos llevamos mucho más de lo que dejamos”.
Quiero agradecer, y creo que hablo también por parte de mis compañeros, a aquellos que por un medio u otro han mostrado interés por nuestras andanzas en Camerún. En parte han sido un empujón para mantener los ánimos en momentos complicados y difíciles. Me hubiera gustado explicar con más detalle lo vivido, comparar ciertas situaciones con las habituales en nuestro medio, haceros más partícipes del día a día. Para esto ya estamos aquí. Quien quiera aburrirse con nuestras batallitas y ver algunas de las 2728 fotos que tenemos, no tiene más que invitarnos a tomar una cerveza o un refresco (a poder ser de más de medio litro), que con mucho gusto le intentaremos transmitir la experiencia tan satisfactoria que nos ha tocado vivir estos días.
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